Hace dos semanas estuve en Tallinn, presentando el proyecto KRAX en un evento sobre “social innovation”. Nadie tiene claro qué es eso de la social innovation, y tal vez por esa razón este evento fue tan provechoso... Pero ese es otro tema....
La cuestión es que un día
fui a Helsinki con un grupo de personas a visitar este proyecto
superchingón: Oranssi. Oranssi son dos proyectos en uno,
compartiendo la misma filosofía: que sean los mismos usuarios
quienes participen en la definición y construcción del
proyecto. Esto es claro en Oranssi, porque surge del movimiento
squat de Helsinki a principios de los `90.
En esa época Oranssi comenzó
ocupando antiguas casas de propiedad pública. Generalmente
aguantaban 3 o 4 días, hasta que la policía los
desalojaba. Después de varios intentos (y esto es
importante...), cambiaron su actitud a una más constructiva y
crearon una empresa, “La Companía de la Vivienda” (Housing
Company), para poder negociar con más fuerza con el
Ayuntamiento y poder acceder a préstamos bancarios blandos.
En esa época, la gente de
Oranssi ocupó un antiguo garage de taxistas. Tras largas
negociaciones, el Ayuntamiento les alquiló algunas viejas
casas de madera. Desde ese momento, los miembros de Oranssi empezaron
a trabajar en la rehabilitación de esas casas para usarlas
como grandes viviendas compartidas. Los futuros inquilinos aceptaron
pagar varios alquileres por adelantado para poder tener más
dinero para terminar las reformas. Ese es un signo de que veían
el proyecto como algo propio, porque habían estado presentes
durante todo el proceso.
Otra cosa interesante de Oranssi es que
ellos hacen todo: contactan con arquitectos o ingenieros para que les
ayuden al principio de las reformas, pero luego continúan el
trabajo sólos. Usan los días en que los “expertos”
están presentes como workshops para que los inquilinos
aprendan para el futuro. Se basa en un aprendizaje basado en el
acierto y error, donde se aprende cada día. Oranssi es un
espacio abierto, con una transmisión de conocimiento fluída.
Todo el proceso se podría definir en un continuo: información,
debate, participación y propuestas.
De esta forma, como nos explicaba Otso
y Vilja, los usuarios se sienten parte del proyecto. Y esa confianza
en el proyecto común es la que lo legitima, empoderándolo.
De esta forma se empodera al usuario, que ya se siente con poder de
decisión para cambiar algunas cosas. Claro, sobre las cosas
importantes se convocan asambleas, pero para cosas pequeñas,
se busca que cada uno tome sus decisiones: “Just go and do it!”.
Entonces, Oranssi se estableció
como una cooperativa de vivienda: “community living”, se
autodefinen. Tu pagas un alquiler muy bajo, más bajo que las
viviendas sociales, y al mismo tiempo ayudas en las reformas que
hagan falta. Por otro lado, las tareas se dividen periódicamente.
Y la convivencia se basa en el control social que cada miembro
efectúa. Así, la casa se autoregula, y nadie tiene que
hacerse cargo de imponer sanciones a sus colegas. Otra vez, para
cosas muy importantes, igual que con reformas grandes, se convocan
asambleas. En 15 años de vida, sólo han tenido
problemas con una persona.
La otra pata de Oranssi es el centro
cultural para jóvenes que está abierto desde hace
varios años. La misma filosofía: es un espacio abierto,
vas y propones una idea, y tú mismo la llevas adelante. Si
hace falta ayuda, la gente de Oranssi pueden ayudar (mínimamente)
en la gestión y en la producción, pero se pretende que
sean los mismos chicos/chicas quienes estén presentes y guíen
el proceso, y de paso de esta forma no sólo aprenden como
cantar o bailar, sino también como organizar y administrar un
concierto o festival. El éxito de Oranssi es que tienen una
estructura flexible y no hay burocracia, así que si tienes una
duda/problema, fácilmente se puede solucionar. El “You go
and do it!” se repite aquí también. Las actividades
son generalmente música (locales de ensayo y para actuar),
teatro, poesía, autodefensa para mujeres, grupos de discusión
sociopolíticos, graffitti, etc. Aquí el continuo podría
ser: engage, inspire, educate.
Igual que mi amiga Giulia, que desde
hace un mes está en Bruselas y está sorprendida con la
(gran) diferencia entre los políticos de Bruselas y Barcelona,
sentía lo mismo cuando me contaban que ahora su principal
partner era el Ayuntamiento de Helsinki, que el Ayuntamiento
había visto la necesidad de que Oranssi continúe con su
trabajo. Sí, sí, algunos dirán que un squat
nunca se puede vender al poder políticoeconómico,
porque así su discurso pierde coherencia. Es verdad, pero si
realmente quieres llevar a cabo tu proyecto, a veces tienes que saber
cambiar tu postura a una constructiva y saber buscar la ventana
rota por donde entrarle al político de turno. Lo que sí
está claro es que los políticos de Helsinki (y de
Bruselas) saben que las necesidades sociales deben ser resueltas por
los mismos ciudadanos. Y ahí está la diferencia con
algunos políticos de Barcelona: en el margen de maniobra y
creatividad que se le permite a los movimientos sociales. Nadie sabe
mejor que el vecino qué hace falta para el barrio, y cómo
se debería definir y llevar a cabo. Allí se dejan
experimentar nuevas formas de trabajo y de organización. Aquí
no. Oranssi es un buen ejemplo de ello.
Por dónde está la salida?
Ayyyy, eso no lo sé... Pero deberíamos preguntarnos
cuál es nuestra posición, como movimientos sociales
transformadores, en la ciudad, y cuál debería ser
nuestra relación con el poder público. También,
sí, es necesario (urgentemente!!!) un cambio de mentalidad en
la mayoría de la clase política. Un viaje a Helsinki,
ahora que no hace mucho frío :) podría ayudar...
Y volvemos al principio... La social
innovation es algo abstracto que nadie sabe bien dónde está.
Ejemplos como Oranssi pueden ser un buen punto de partida. Tomad
nota.
-
+ en http://del.icio.us/krax/helsinki
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